Cantante
Tengo 53 años. Nací en México y vivo en Madrid. Soy ‘entertainer’. Me casé con Mario Vaquerizo hace 17 años. No tengo hijos. ¿Política? Me repele el proselitismo, me disgustan las ideologías. ¿Creencias? Algo hay, externo y que acompaña..., pero no sé qué es
- Sigue en el aire.
Se llama Olvido Gara Jova y de niña quiso ser astronauta y veterinaria. Acabó siendo Alaska, el referente femenino de la movida madrileña e icono español de la cultura pop..., lo que no está nada mal. Algunos de sus temas musicales son clásicos intergeneracionales, himnos de fin de fiesta ( Ni tú ni nadie es mi favorito: “Mil campanas suenan en mi corazón, qué difícil es pedir perdón, ni tú ni nadie puede cambiarme”), pero ella sigue moviéndose: ahora recorre España con El amor sigue en el aire, comedia teatral sobre las relaciones de pareja (con Mario Vaquerizo, Manuel Bandera y Bibiana Fernández), frívola y elegante como la misma Alaska, siempre inteligente y bienhumorada.
- ¿Qué canción ha tarareado esta mañana?
- Esta mañana me he levantado con un sueño en la cabeza, no con una canción.
- ¿Me lo cuenta?
- Iba a suicidarme en grupo, todos juntitos... Y entonces un predicador ha empezado a perorar. ¡Ah, no, eso sí que no! Me he enfadado mucho, claro.
- ¿Por qué se ha enfadado?
- “¡Yo he venido aquí a suicidarme, no a escuchar sermoncitos!”, le he increpado. Y me he largado, ofendida y muy digna. Y ya no he querido suicidarme.
- ¿Se reconoce en este sueño?
- Sí. Lo recuerdo porque me ha hecho gracia. No siempre recuerdo lo que sueño.
- Actúa en el sueño como una estrella.
- No, yo no soy una estrella.
- ¿No? ¿Qué hay que tener para ser una estrella?
- ¡Nada! Sólo ser. Si lo eres, lo eres. Basta con nacer y no hacer nada. Y yo he hecho cosas...
- Sí, pero se hizo famosa sin saber nada de música...
- Eso es verdad.
- Cíteme algunas estrellas de por aquí.
- Fabio McNamara, Carmen de Mairena, la reina Letizia...
- Vaya mezcla.
- No hago distingos clasistas, todo es interesante, como nos enseñó mi admirado Andy Warhol, sin prejuicios, ecléctico, radical.
- ¿Qué otros ídolos tiene o ha tenido?
- Michael Jackson, David Bowie... han sido personalidades muy inspiradoras para mí. Bowie me atrajo mucho desde niña, sin saber yo nada de bisexualidad: era por su arte, su presencia, su estética.
- ¿Y cuándo nace Alaska?
- Llegué de México con once añitos, en 1973, con mi madre, y aquí en España era todo en blanco y negro, con la falda por debajo de la rodilla. Y yo iba de colores y en minifalda.
- ¿Qué le decían por la calle?
- “Puta, ¿a qué carnaval vas?”. Y a mis amigos los llamaban “maricones”.
- Eso ya no pasa.
- Sí pasa.
- ¿Y cómo lo lleva?
- Yo soy buena lectora de las Meditaciones de Marco Aurelio, el emperador hispanorromano filósofo, guerrero y estoico.
- ¿Y qué le ha enseñado Marco Aurelio?
- Que todo caerá en el olvido.
- Olvido es su nombre...
- Sí, pero lo es por un olvido de mi padre: él creyó que Olvido era el nombre de su madre, y me lo puso, y a su regreso a España le recordarían que era el nombre de su tía, no de su madre: menudo olvido.
- ¿Qué más le enseña Marco Aurelio?
- A actuar sabiendo que la vida es muy fugaz.
- ¿Y de acuerdo con qué ideología política la vive?
- Toda ideología política me parece insatisfactoria. El proselitismo me repele, y por eso no me gusta nada practicarlo, no me gusta convencer a nadie de nada. Yo he llegado a la conclusión de que nadie tiene razón nunca.
- ¿En serio?
- Nadie la tiene nunca del todo.
- ¿Mario, su marido, piensa igual?
- Nos gustamos, y es todo lo que nos importa. Mario era mi mánager, trabajábamos juntos, y un día... descubrimos que queríamos vivir y estar juntos.
- ¿Y qué tal?
- Llevamos así 17 años, y en todo este tiempo no hemos estado más de tres días separados. No es la locura del principio, pero nos gusta estar juntos, somos caseros y nunca nos aburrimos, así que queremos seguir así.
- ¿Cuál es el secreto?
- No hay un secreto. Esto es algo que ocurre o no ocurre. Y a nosotros nos ocurre.
- ¿No tiene usted hijos por decisión... o por indecisión?
- Por decisión. A los dos nos gustan los niños, ¡pero para malcriarlos! Y criar a un hijo no es eso, es otra cosa: es educar.
- ¿Y usted no se ve capaz de educar?
- ¡Al contrario! Yo me lo tomaría tan en serio, sería tan profesional, lo haría tan bien... que eso resultaría incompatible con mi vida artística. Y por eso he preferido renunciar a ser madre.
- ¿Mario está de acuerdo?
- Sí, a los dos nos gusta ser tíos y malcriar a los sobrinos.
- ¿Cómo la criaron a usted?
- Nací entre exiliados españoles como mi padre y refugiados cubanos como mi madre. Al volver a España, mi padre no se adaptó y regresó a México. Mi madre se hizo cargo de mí. Y muy bien: un día, en Londres, por curiosidad, entramos en un sex shop, y otro día a ver El último tango en París...
- ¿En qué época le hubiese gustado vivir?
- En la época victoriana, bien vestida con miriñaques, leyendo libros antiguos en un palacete muy romántico con una enorme biblioteca y ante una chimenea con el fuego encendido.
- De todas sus vivencias personales, ¿cuál le ha parecido la más inexplicable?
- Una noche íbamos en coche por una carretera de levante y... vimos unas luces muy extrañas. Mario está seguro de aquello era un ovni..., y no te digo que no.
(Víctor-M. Amela, La Vanguardia)